El corazón del Ágora Verde by Mavi Pastor

El corazón del Ágora Verde by Mavi Pastor

autor:Mavi Pastor [Pastor, Mavi]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2023-03-21T00:00:00+00:00


24. Una horchata fresca

BIENVE

Los veranos se me hacían eternos. El mes de julio había menos actividades en el centro social y, como hacía calor, tampoco nos juntábamos para tejer. En agosto, las más afortunadas se mudaban a sus apartamentos de veraneo en Arenales o Santa Pola y otras, en el campo, donde al menos se remojaban en la piscina con los nietos. Con el calor sofocante, y sin ningún plan en particular, me costaba horrores salir de casa y pensar en subir las escaleras a la vuelta se me hacía un mundo. ¡Cuanto menos salía, menos ganas tenía!

Menos mal que Trini me había convencido para tomar una horchata enfrente de San Fermín. Aitana vino con ella, porque los padres andaban ocupados con la compraventa de los pisos —⁠el suyo y el mío, porque el de Trini había conseguido compradores enseguida⁠—, y no querían dejarla sola tantas horas porque se enchufaba al ordenador y perdía la noción del tiempo.

La terraza estaba animada. No era uno de esos sitios de moda que igual que vienen se van, sino una heladería de toda la vida, de las que vendía helados artesanos a precio razonable, sin fantasías y sin importar de qué color tenían las sillas. Trini y yo pedimos una horchata fresca cada una y la niña quiso un cucurucho de fresa.

—¿No irás a fumar aquí? —le pregunté a Trini.

—¿Para qué? Aquí no me pillaría mi hija. Solo lo hago por molestar —⁠confesó.

Mientras nos poníamos al día, Aitana anduvo a lo suyo. Podría haber dicho que tenía dos cadáveres en el armario, que la chiquilla no se habría enterado.

Tenía una cara de mustia que le combinaba con su oscuro atuendo. En los últimos años se había escondido en una coraza de ropas extravagantes —⁠negras, con cadenas y pinchos⁠—, sombras oscuras en los ojos y agujeros en las orejas, pero yo sabía que debajo de todo aquello seguía la misma criatura dulce de siempre. ¡Vamos, si la conocía!

Apenas tenía siete años cuando me empecé a juntar con Trini para las partidas de cartas. Al poco hicimos amistad e íbamos juntas a todas partes. En las vacaciones del colegio, la niña se quedaba siempre con su abuela —⁠y el abuelo, Dios lo tenga en su Gloria⁠—, así que venía con nosotras de aquí para allá. La recogíamos de la escuela si sus padres trabajaban y la llevábamos a merendar chocolate con churros mientras nos contaba sus fruslerías de la clase con los morros manchados. ¡Virgen Santa, cómo pasa el tiempo!

—No sé qué tiene eso tan interesante para andar con la nariz metida en la pantalla todo el santo día.

—De todo —dijo señalándola—. ¿Qué quieres buscar?

—¿Yo? Nada.

Negué con la cabeza y junté las manos para hacer puñetas con los pulgares. No tenía ninguna curiosidad, lo había dicho solo por conversar.

—Venga, va, dime lo que quieras y te lo encuentro.

—Berlín —pedí sin saber por qué. Hacía años que pensaba que mi hermano Francisco lo mismo se había mudado allí con su familia, pero era una manía mía, porque él nunca me lo había dicho.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.